Para lograr el bienestar emocional necesitamos encontrar un balance en todos los aspectos de nuestra vida: física,
mental, emocional y espiritual. Es la habilidad de poder disfrutar la vida y a la vez de afrontar los problemas diarios
que nos van surgiendo, ya sea tomando decisiones, lidiando y adaptándose a situaciones difíciles o dialogando
acerca de nuestras necesidades y deseos.
La vida y las circunstancias cambian continuamente, por tanto, nuestro carácter, pensamientos y sentimientos
también fluctúan. A veces es normal sentir malestar: tristeza, preocupación, temor o inquietud. Pero estos tipos
de sentimientos se convierten en problema cuando empiezan a obstaculizar la vida diaria por un periodo prolongado de tiempo.
Las emociones cumplen la función de adaptarnos a nuestro entorno, no son buenas ni malas, son señales e información acerca de lo que nos rodea y de nosotros mismos. Sirven para informarnos sobre lo que necesitamos, nuestras metas y valores prioritarios, preparándonos e impulsándonos para actuar. Además, nos invitan a evitar el dolor y a acercarnos a lo positivo.
También nos informan sobre el estado emocional de otra persona ayudándonos a relacionarnos con los demás, informando a su vez a las otras personas de cómo nos encontramos y de nuestras intenciones.
El estrés es un proceso que se origina cuando las demandas de nuestro entorno superan nuestra capacidad
para hacerles frente. Esto da lugar a cambios en nuestro organismo a nivel biológico y psicológico que a su vez podrían causar ciertas enfermedades.
Las causas que provocan el estrés no son necesariamente derivadas de situaciones de peligro, dolorosas o perjudiciales, sino que pueden provenir también de situaciones más rutinarias que sufrimos a diario como pueden ser los atascos, ruidos de los
vecinos o el tener que ir corriendo para llevar a nuestros hijos a tiempo a sus actividades.
A veces podemos llegar a sentir que el malestar nos desborda, que nuestra salud se deteriora apareciendo síntomas físicos (mareos, dolor de cabeza, dolor en el pecho, problemas estomacales), que nos sentimos más irritables de lo normal o melancólicos, o
se empieza a consumir excesivamente alcohol u otras drogas interfiriendo esto en el ritmo normal de nuestra vida.
Todo ello podría ser señal de una sobrecarga de estrés, por lo que sería conveniente que un profesional nos guiase y ayudase hacia la recuperación y el control de nuestro bienestar.