La Policía ha existido en Costa Rica, desde la época colonial, lo que ha implicado la existencia también de ordenanzas, procedimientos y reglamentos, así como procesos de capacitación. Sin embargo, esta se consolida como institución, en 1949, con la proscripción del ejército y esto demanda también procesos de capacitación, para una nueva función ciudadana. Corrían los años setenta, cuando el país enfrentaba un tema de seguridad nacional y la Policía requería formación en aspectos de orden público; asimismo, los fenómenos de los 80 presentaron nuevos retos y la realidad iba llevando a un entrenamiento y capacitación de acuerdo con las situaciones de las épocas.

Ya en la década del 90, surgió la discusión en torno a la profesionalización de la Policía y, en 1994, se dio un marco jurídico, con la Ley General de Policía N. 7410, para establecer la formalización de la Escuela Nacional de Policía. La finalidad era profesionalizar las fuerzas de policía, para proporcionar estabilidad laboral y bajo esta circunstancia, surgieron los primeros cursos de formación policial, concretamente, el Curso Básico Policial, como requisito para dicha estabilidad.

De esta manera cobró protagonismo la Escuela Nacional de Policía (ENP), pues Costa Rica no contaba con ninguna otra organización educativa que formara policías; ni aún hoy. Incursionó, desde el principio, en temas de seguridad ciudadana, de manera generalizada; además, facilitó la consolidación de la estructura organizacional y requisitos académicos para la profesionalización; también se dio a la tarea de crear distintos niveles académicos para los diferentes mandos, los cuales involucran cursos de formación, capacitación y especialización.

Todo esto la llevó a crecer hasta el punto de requerir, hacia la época del 2000, su propia infraestructura pues, desde la segunda mitad del siglo XX, la Escuela Nacional de Policía no había contado con una infraestructura formal, que reuniera las condiciones necesarias para realizar el proceso de profesionalización; sino que había sido albergada en terrenos ajenos, carentes de la capacidad necesaria para su desarrollo; hasta finalizar en las instalaciones ubicadas en las antiguas instalaciones del refugio para niñas en abandono, en Barrio Córdoba, alrededor del año 2000.

Después de varios años de uso de las instalaciones ubicadas en barrio Córdoba y situaciones propias de la dinámica institucional, le fue asignado un terreno en Pococí, provincia de Limón, el cual originalmente estaba destinado al Ministerio de Justicia; pero no les fue posible y se le asignó a la Escuela Nacional de Policía. Las circunstancias condujeron a contar con un amplio espacio para hacer realidad la infraestructura, no obstante, el presupuesto para la construcción constituía una limitante; sin embargo, nuevamente las circunstancias le favorecieron y recibió una donación, por parte del gobierno de la República Popular China.

Esta permitió iniciar el proyecto, en el 2014, sin embargo, coincidente y sin que mediara planificación alguna, se contó con una donación de un poco más de 13 millones de euros, por parte de la Unión Europea. Este era para un proyecto de seguridad, que fue transformado inmediatamente por la UE, en un proyecto de cooperación para el presupuesto nacional.

El aporte chino era estrictamente para efectos de infraestructura; pero, aún quedaban pendientes aspectos como el equipamiento y desarrollo de los componentes internos para trabajar, los cuales le corresponden al Estado costarricense y eso implica una cantidad tan importante que, inclusive con el aporte europeo, no se logra resolver todo lo que hace falta. No obstante, ya la edificación es una realidad, más allá de lo imaginado.

Esta obra impresionante se desarrolló en un terreno de 85 hectáreas, donde se han construido 29 edificios, que albergan la parte administrativa con150 funcionarios administrativos de planta, la biblioteca que será un centro neurológico, donde se hallará toda clase de registros relacionados con la actividad de seguridad del país, el comedor, un auditorio el área académica, áreas de habitación y tiene capacidad para 800 estudiantes. El área técnico-policial, que está en proceso de desarrollo porque es un esfuerzo que le corresponde al Estado.
De manera que, con la intervención de tres participantes, el Gobierno chino, la Unión Europea y el Estado costarricense, nuestro país logrará contar con las condiciones físicas, que permitan el fortalecimiento de la formación policial en Costa Rica, en dos instalaciones, la infraestructura de Guápiles y el Centro de Entrenamiento de Murciélago, Guanacaste, que tiene todas las condiciones para desarrollar las destrezas de los policías para dar cobertura a un nivel más especializado.

El proyecto está constituido por cinco componentes: el primero es el de infraestructura; el segundo, equipamiento; el tercero, de organización, pues se ha debido transformar la distribución, crear puestos y crearles funciones para tratar de hacer una adaptación según lo novedoso y diferente.

El cuarto componente es jurídico, porque se requieren herramientas, que permitan dar mayor proyección a esta inversión y hasta lograr que, en algún momento, se puedan vender servicios a otros cuerpos de policía, no solo a nivel nacional sino internacional, de modo que llegue a ser autosuficiente; pues hay mucho que ofrecer a la Región, en cuanto a la Policía uniformada sino también en el Poder Judicial.

Finalmente, el quinto componente es el relativo al diseño curricular, pues se trata de diseñar una formación, directamente en línea con la realidad del servicio de seguridad que demanda el país, para convertir a los oficiales en esos que la sociedad requiere para convivir. El embajador de la UE, en una oportunidad, hacía la relación de que “tenemos un buen hardware, pero necesitamos un buen software”. Estos cinco componentes persiguen la simetría del proceso de formación policial, pues el servicio de policía debe garantizar una balanceada convivencia en sociedad.

Históricamente, la formación y capacitación han sido concebidas con una perspectiva que, podríamos decir, de la puerta para adentro; sin embargo, la realidad de la época obliga ahora a hacerlo de la puerta para afuera, de modo que se pueda convertir a los oficiales en esos profesionales, que van a llenar ese espacio de seguridad ciudadana que la sociedad no solo requiere sino que demanda.

Hoy nos manejamos con el enfoque de que “hacer un policía” implica más que enseñar a manipular un arma de fuego o dominar los artículos del código penal; el proceso de formación se transformado y ahora se parte de que la base radica en enseñarle que es un miembro fundamental, en el desarrollo de una sociedad. Por ende, debe tratar de evitar, en todo momento, que una conducta de un ciudadano llegue a ser “judicializada”, en aras de la convivencia en paz y la garantía de la seguridad, tanto en el nivel individual como social.
Tradicionalmente, los cuerpos de policía no habían tenido gran preponderancia en el contexto costarricense, porque somos una sociedad relativamente sana. Sin embargo, las circunstancias del entorno han variado considerablemente, en el S.XXI, en relación con las situaciones que afectan la seguridad ciudadana y la sana convivencia.

El proceso de la ENP debe venir a cambiar toda esta respuesta que históricamente no ha sido mala, pero era conducida por otro enfoque, los tiempos han evolucionado las necesidades de la sociedad hoy son diferentes, se requieren unos cuerpos de Policía más integrados, que tengan la formación, condiciones y hasta normativa para abordar y resolver, de forma conjunta, las situaciones de inseguridad y convivencia, sean actuales, o bien, los nuevos fenómenos delictivos que se vayan presentando. Lo importante radica en que nuestra policía se convierta en una instancia que facilite la convivencia pacífica en la sociedad.

Sin embargo, solo el espacio académico, puede servir de plataforma para el desarrollo de un pensamiento y accionar, a mediano plazo los cuales faciliten la resolución de problemas de coordinación y comunicación, con un solo objetivo, y bien podría producirse la integración de los diferentes cuerpos de Policía en una sola estructura. Hay que tener muy claro el esquema académico es el único que genera esas transformaciones y nuevas reacciones, como consecuencia de un pensamiento sistémico en materia de seguridad ciudadana, de convivencia pacífica lo cual se podrá alcanzar con esta infraestructura, que facilitará ese cambio.

Esta vasta estructura se estará inaugurando en agosto 2017, pero comienza a operar en octubre, para convertirse en el escenario de la formación de los policías costarricenses, la especialización en diferentes áreas para enfrentar la delincuencia; el nacimiento de nuevas doctrinas y estrategias, lo cual depende, en buena medida, del pasado, por el reconocimiento de los defectos y errores, lo que lleva al análisis e investigación histórica; así como la implementación de nuevos modelos y métodos, para lograr la eficiencia y eficacia de los cuerpos policiales.

Esta nueva Escuela será el gran centro de transformación del pensamiento en seguridad, garante de la buena convivencia en una sociedad, que se desenvuelve en un entorno caracterizado por la seguridad ciudadana. Integrará en sus aulas a todos los servicios de seguridad del país, de modo que la integración de las diferentes agencias permita una transformación positiva en el servicio e inclusive en su organización.

La formación que se hace para transformar a un civil en un policía requiere las mejores condiciones para lograr ese compromiso en el trabajo cotidiano, implica una mejora en los modelos pedagógicos, abrir espacio para la cultura y la ciencia en los procesos de formación; pues si pretende tener un excelente policía, primero se debe tener un excelente ciudadano, un ser humano integral. Nuestra competencia cotidiana es convertir a nuestros funcionarios policiales en personas comprometidas con la realidad social, buscando la prevención de los conflictos sociales, tratando de atacar estos en la raíz de los problemas y no persiguiendo sus efectos.

Costa Rica hoy se regocija y la ciudadanía celebra, puesto que las circunstancias de la sociedad hoy demandan una Policía de categoría “cinco estrellas”. Por consiguiente, eso es lo que la ENP está dispuesta a formar, otorgando condiciones de altas calidades a sus funcionarios, porque la profesionalización de los cuerpos policiales, en óptimas condiciones, constituye una garantía para la convivencia pacífica.

Por: Comisario MSc. Eric Lacayo- Director Escuela Nacional de Policía CR