El envejecimiento de la población mundial se acelera a un ritmo sin precedentes. Actualmente hay en el planeta más personas vivas mayores de 60 años que la suma de todas las que ha habido a lo largo de la historia de la humanidad. Y América Latina no es la excepción. Hasta el 2017, los adultos mayores de 60 años representaban el 11% de la población total en nuestro continente; para el 2030, esa cifra se elevará al 17% y hacia el 2050, se estima que uno de cada cuatro habitantes será mayor de 60 años.

Estamos frente a una verdadera revolución de la longevidad. Todos los paradigmas que teníamos sobre el envejecimiento, cambiaron en forma radical. Hoy vivimos en un mundo donde la mayor esperanza de vida es un factor que nos desafía a construir una sociedad para todas las edades. Ya no podemos pensar en la población mayor únicamente como un objeto de intervención, debemos elevarlos a la categoría de sujetos de derecho y actores sociales activos, que requieren vivir en un ambiente de mayor integración, solidaridad, dignidad, autonomía e igualdad.

Entendiendo la complejidad que esto conlleva, quienes trabajamos en la temática del envejecimiento debemos ser capaces de proponer un trabajo sostenido en el tiempo, responsable y con una mirada de futuro que permita potenciar mejores procesos de envejecimiento para quienes ya son adultos mayores y contribuir a promover envejecimientos de mejor calidad de vida y participativos para las generaciones que vendrán.

En esto cobra mucha relevancia la forma en que se diseña la política pública de vejez y envejecimiento, donde la experiencia de los gobiernos locales, en particular de los municipios, es fundamental. Desde siempre, y en toda América Latina, han sido el primer eslabón en la cadena de contacto con las personas mayores. Los conocen, saben quiénes son, donde viven, cómo viven, con quién viven y sus necesidades más inmediatas. Y por lo mismo, en muchos de nuestros países, los municipios han sido pioneros en generar programas, talleres y dispositivos de atención orientados al buen envejecer… Algunos han sido exitosos, otros no tanto. Pero la suma de experiencia, sin duda, tiene un valor incuantificable.

Ello explica por qué el programa Ciudad Amigable, de la Organización Mundial de la Salud, haya puesto a estas “organizaciones locales” como el punto de partida para emprender un nuevo trato con las personas mayores. Y es que estas ciudades están orientadas justamente a apoyar y permitir que las personas mayores vivan dignamente, disfruten de una buena salud y continúen participando en la sociedad de manera plena y activa.

En el encuentro latinoamericano de municipalidades, que se llevará a cabo en Chile los días 27, 28 y 29 de marzo, tendremos la oportunidad de conocer las experiencias de los gobiernos locales de los distintos países que nos visitarán. Sin duda, ello contribuirá a encausar mejores líneas de trabajo en beneficio de las personas mayores. Esperamos salir fortalecidos, con muchas ideas y planes de acción, para que en un futuro cercano podamos decir que latinoamérica es el mejor continente del mundo para envejecer.

Fuente: congresoflacma.com