La importancia de la educación para el crecimiento personal y profesional es evidente, pero si se piensa en su impacto para una nación sus resultados positivos son muchos y ameritan una reflexión.

La educación es considerada un factor de producción, permite acabar de raíz con muchos problemas económicos de una nación y funge como instrumento regulador de las desigualdades sociales. Sus funciones primordiales son: mejorar los niveles de empleabilidad en el país, afirmar los valores y la identidad cultural de las sociedades, diversificar los campos de desarrollo para la población joven, fortalecer la democracia y el estado de derecho y fomentar la innovación científica y tecnológica.

Debemos creer en la educación como un catalizador del progreso y una herramienta esencial para las sociedades en tiempos de crisis. La educación puede hacer la diferencia en la vida de las personas, aun cuando éstas cuenten con recursos limitados.

La educación es la base para mejorar nuestra vida y el desarrollo sostenible, además de mejorar la calidad de vida de las personas, el acceso a la educación inclusiva y equitativa puede ayudar abastecer a la población local con las herramientas necesarias para desarrollar soluciones innovadoras a los problemas más grandes del mundo.

El verdadero valor de la educación está en crear seres humanos integrados, inteligentes, que al mismo tiempo que se estimula el aprendizaje de una técnica, se lleve también al estudiante a sentir el proceso integral de su vida.

La educación contribuye a lograr sociedades más justas, productivas y equitativas. Es un bien social que hace más libres a los seres humanos.